Todos deberíamos ser un poco como la afición del Celtic FC y dejar claro a nuestro equipo que nunca caminará solo. En primer lugar, porque acude religiosamente cada partido en casa a ocupar las 60.837 localidades del Celtic Park, el templo de los Bhoys. Los símiles espirituales no son gratuitos, pues tradicionalmente el Celtic es el club de los católicos de Glasgow.
Esta fidelidad no es de boquilla ni se queda en casa, pues los verdiblancos la exportan allá donde juega su equipo. Quizá el éxodo más significativo se produjo con la final de la Copa de la Uefa de 2003, cuando 80.000 hinchas se desplazaron a Sevilla. Aunque acabaron perdiendo contra el Oporto de Jose Mourinho, la ocasión lo merecía, pues era la primera final europea del club de Parkhead desde 1970.
Aquella Copa de Europa (la actual Liga de Campeones, o Champions League) la perdieron también, contra el Feyenoord. Aun así, el Celtic CF fue el primer club británico en conquistar el máximo entorchado continental (en 1967) y siguen siendo los únicos campeones escoceses.
Otra vez movieron a 20.000 aficionados a Barcelona y, en general, cada partido fuera de casa es una oportunidad de movilizar el amor por unos colores.
No obstante, no todo es pasión verde y blanca, también es civismo y deportividad. No se le conocen incidentes, no son ultras conflictivos, son una afición que gusta recibir en tu ciudad. En verdad son merecedores del Premio Fair Play que le concedió la Uefa. Todos deberíamos vivir el fútbol así, ¿verdad?
Y si no los has escuchando cantar el You’ll Never Walk Alone, es algo que definitivamente tienes que hacer. Ya sea en Celtic Park o allí donde se desplacen en masa. Porque el Celtic nunca caminará solo.
Fans en acción