La afición del Olympiacos es la más numerosa de Grecia y, posiblemente, una de las más exaltadas en la defensa de su equipo.
Se calcula que un tercio de los aficionados al fútbol heleno simpatiza con el club de El Pireo. Sobre la entrega total de sus seguidores quedan incontables documentos audiovisuales: el estadio Karaiskakis es una auténtica caldera, no hay más que verlos.
La de Olympiacos ha sido históricamente una hinchada apegada a la clase trabajadora, dado su estrecho vínculo con el puerto. Los éxitos deportivos dispararon su popularidad a mediados del siglo XX, pero los requisitos para respaldar los colores rojo y blanco no han cambiado: adhesión incondicional, pasión extrema.
Que le pregunten a Ernesto Valverde, tres veces ganador de la Superliga griega y doble campeón de Copa en dos etapas diferentes con los rojiblancos: «Dicen de sí mismos que están locos, y es verdad». Escúchalo en esta entrevista en la Cadena Ser.
Claro, en un país tan calientemente futbolero como Grecia, que te reconozcan como la grada más fogosa está muy discutido. Como prueba, el gran rival de Olympiacos no se queda atrás en intensidad y por eso el partido contra el Panathinaikos se conoce como «El derbi de los eternos enemigos». En ocasiones, ambas hinchadas traspasan la raya y llegan a las manos, y eso sí que no puede ser.
Atenas es una ciudad que hay que visitar alguna vez en la vida. La cuna de Occidente conserva lugares sublimes en los que hay que plantarse de pie, pero la experiencia de vivir el fútbol griego no se queda atrás. Todos hemos crecido escuchando el mito del infierno griego que, como el infierno turco, atemorizaba mucho más cuando no había tantas televisiones. La afición de Olympiacos hoy no marca goles, pero siempre infunde respeto.
Fans en acción